Nos sentimos inseguros

Sí, nos sentimos inseguros. Sabemos que en cualquier momento podemos ser atropellados por el transporte público, que en cualquier momento nos pueden asaltar, o secuestrar. Que reina la impunidad y la corrupción. No es difícil explicarlo: no sentimos inseguros, indefensos e impotentes. En los bancos, en los malls, en los bares, en las aceras, en las carreteras, en todos los lados, incluyendo nuestra casa. Y las soluciones no llegan pronto ni parecen estar planteadas si quiera las estrategias.

Los datos siempre son categóricos, 71.6% es la percepción de inseguridad (79.6% en el cajero, 71.7% en el transporte público, 62.5% en la calle, 28.3% en ¡nuestra propia casa!), según cifras oficiales. Para los mexicanos, para nosotros pues, las expectivas son terribles: 35.8% de los encuestados piensan que la situación «seguirá igual de mal» y 34.1% que «empeorará», es decir, menos de un tercio tiene una percepción benéfica. Si a ello sumamos nuestra confianza en las autoridades, razón por la cual más de 90% de los delitos no se denuncian, entonces entendemos el contexto, nuestro contexto y nuestra opciones.

Nos sentimos inseguros, no hay duda. De ver carros distintos a los de nuestros vecinos frente a casa, de las camionetas con vidrios polarizados, de los vehículos con música de banda a todo volumen, por que la paranoia nunca entiende lógica. Ya ni hablemos del sentido común.

El estado de indefensión nos lleva a responder con el linchamiento, en la venganza pura y dura. El estado salvaje anterior incluso al Viejo Oeste, si es que en México entramos alguna vez al Estado de Derecho, factual, estricto, sin prebendas, equitativo y democrático (lo mismo tendríamos que pensar con respecto a aquello que los sociólogos y filósofos llaman Modernidad, pero ese es otro tema).

Me da miedo que todo siga igual, pero temo más que, poco a poco, se instale en el imaginario colectivo el imperativo de la mutilación como escarmiento al ladrón, del derecho a la venganza como único apelativo de justicia, de la posesión de armas como primera y última opción de defensa.