Memoria entre comillas

Humo de mis plegarias WordPress cabezal Por Óscar Vargas Duarte

Tu memoria es un buen lugar para la muerte

¿Y cómo voy a extinguirme si tu memoria amplifica mis ideas?

He apostado la tinta de mi sombra para grabarme en tu memoria.

Breve mi memoria, se llena contigo, ancho mi deseo, no te abarca.

Me olvidas desde antes de que haya obligación en tu memoria para recordarme.

Cierro el libro e inevitablemente permeas la realidad para mantenerte en la memoria.

Lo que más me gusta de este olvido es que empieza en mi memoria mencionándote.

Nunca podrás entrar a mi memoria para recordar tu belleza, lo hermosa que yo te veía.

Eres un país lejano al que voy desde mi memoria, al que asisto, aunque no me encuentro a tu lado.

Se la llevó el olvido, es por eso que voy tirando la memoria para encontrarla en la falta de recuerdos.

Me gusta la letra que usas en tu memoria para narrarme, el color y las líneas con las que me dibujas en ella.

Le digo, te ves muy feliz en este momento, ¿qué te hace tan feliz? Ella me responde, es que clavé tu nombre en mi memoria.

Hay personas que hablan en modos tan interesantes que uno los escucha, y al tiempo subraya en la memoria lo que dicen.

Estamos aquí para recorrer el olvido.  No te prendas de nuevas memorias.  Libérate de recuerdos, ve ligero hasta la muerte.

Yo tengo mala memoria, de otra manera podría hablar de los fantasmas que se sientan a conversar de ti conmigo en la mañana.

Una de las cosas que menos me gusta de ver el futuro es que lo confundo con mis recuerdos, y así, presagio y memoria son lo mismo.

La cama tendida, la ropa planchada, la cocina ordenada, la memoria encendida, los pies en el aire, la mirada sin fondo, y tú ahora dormida en mi sombra.

Que buena es la palabra para exponer la memoria y hacernos recordar que no la perdemos del todo, solo la dejamos oculta para ser expuesta en las palabras de los otros

No te esperé más, ya no se la hora, no recuerdo el lugar, era un encuentro en mi memoria, era un espacio para las urgencias, allí emergió una canción, un mar, un vecindario, un bosque, algo indefinible. Ahí está el olvido de la espera, mi memoria frágil recoge otros aniversarios, conmemora otras horas, no esta.

Esta no es mi memoria, en ella duele más el imaginario futuro que las horas de luna pasadas. Encuentro en ella especulación más que esperanza, derrotas sin haber emprendido batallas, dolor sin herida aprendida. Igual que con los vidrios sucios, con esta memoria no puedo ver más allá, de la mugre que lo cubre, del dolor con el cual la he fundado.

La noche es la acumulación de las memorias perdidas en el día, en los sesenta minutos de cada hora van acumulándose, oscureciéndose en la retina de los que olvidan, tarde ya en la tarde, la hora obliga el abandono del lugar donde se acunaron en el día, se desplazan las memorias y cubren todo hasta desecharse ellas mismas al siguiente día.

Tu vida, es esto en mi memoria que te contiene, que te da forma, es esa idea trazada por las palabras de los otros cuando a ti se refieren, es la imagen calculada, aunque inexacta y borrosa, que desde un brote de recuerdos te presenta. Tu vida, en mi memoria va perdiendo movimiento y es entonces cuando eso que llamamos muerte empieza a llevarte.

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