Debo confesar que las prisas (¿acaso el tiempo se detiene?) no me habían permitido escribir sobre este libro, que había dejado en el tintero, a pesar incluso de que lo recomendé en la radio. En fin, nunca es tarde para empezar, por eso hablaré de Afuera. Arca poética de la diversidad sexual, recopilación de poesía en torno a la homosexualidad y la comunidad LGBTTTI.
Dentro de los cánones del sentido común y la razón, la imparcialidad es el fundamento para emitir cualquier juicio y para ejercerlo es preciso abrir el criterio a los dos lados de la historia (o los que tenga). Ese es uno de los ejercicios que más refuerza la literatura, y eso implica, por difícil que sea, asumir que nuestro propio criterio, prejuicio y/ conceptos puedan estar equivocados. Todavía cuando estudiaba la prepa la homosexualidad estaba sometida a la censura, la represión, la sombra. En veinte años he presenciado toda una transformación social que cada vez estigmatiza menos a quienes son parte de la comunidad LGBTTTI. Y aun así todavía no es suficiente.
En un país como el nuestro, que rebosa de violencia desde todos sus vértices y coyunturas, la publicación de Afuera… permite leer desde distintas perspectivas nuestro propio contexto y adentrarnos además a la poesía que compiló Saul Ordoñez, uno de los mejores poetas de su generación, para Diablura Ediciones. Dicha antología permite abrir el diálogo literario y abrir el criterio, desde esta cada vez más petulante exhibición, hasta el hartazgo y el cansancio, de la vida privada en las redes sociales que se ha convertido en público, “leáse ´político´”( p. 11), justo como una postura, pero también como una acotación que presume las diferencias y las exalta. Permite también adentrarnos en la sofisticadas formas de expresar la sensualidad y el amor (ese “tímido silencio” del poema de Salvador Novo) por parte de los autores de “mayor edad” de la recopilación, probablemente para no ser tildados, satirizados y exhibidos como homosexuales (porque “siendo sinceros, en una sociedad homófoba como la nuestra, nadie eligiría ser homosexual” p.16, dice Saúl en el prólogo). De la misma forma se pueden leer las frontales y contundentes formas y estilos de los autores más jóvenes, por ejemplo, Eutanasia de Óscar David López: “hay muchas maneras de morir de sida: una de ellas es por rumores familiares” (p. 254).
Sí, el libro no da espacio para rubores, mucho menos para medias tintas ni intolerancias. Hace quince años mataron (sí, un crimen de homofobia) a uno de mis amigos más entrañables, de quien atestigüé su salida del closet, su linchamiento público en la sociedad mocha y persignada de Puebla, su exilio en Canadá, su regreso como activista y su éxito como tal, antes del que entonces archivaron como “suicidio”. Él habría estado muy contento de una publicación como la recopilación de Saúl Ordoñez, y más todavía de la apertura y tolerancia con que ha crecido, en madurez, nuestra sociedad. A pesar, incluso, de que todavía no sea suficiente.
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