3 discos de 2017 para conectar con el mundo y un pilón

Quise hacer una lista de los discos que me más me gustaron este año, pero la lista iba a salir muy grande. Por eso mejor me propuse recomendarles tres discos para conectar con el mundo y un pilón. Lo hago así, porque (soñador que soy) sigo pensando que la coyuntura de este 2017 es crucial para los años venideros; este año fue el primero de la administración Trump, el de la salida de la Unión Americana de la UNESCO, el de la confrontación con Corea del Norte; pero también, el año en el que acuchillaron a un alcalde alemán por procurar a los migrantes…, un año con un flujo en aumento de migrantes en Europa.

No quiero pasar por alto lo complicado que ha sido 2017 para nosotros los mexicanos, pero eso ya lo saben ustedes, queridos lectores: gasolina, poco aumento del salario mínimo, año electoral, uno de los años más violentos, sumado al los terremotos de septiembre… , prefiero no seguir con una retahíla dolorosa; y sí recomendar música con una pizca (o mucho más) de humanidad, solidaridad y empatía.

 

El primero es Volver, de Benjamin Biolay. El parisino es toda una estrella en el país galo: cantautor, actor, productor y uno de los hombres más creativos en la farándula francesa, que siempre es muy versátil. En  Volver, editado por @LabelBarclay, el francés sale del cansino ritmo de la chanson francesa para hacer colaboraciones con músicos de otros meridianos y en otros ritmos, como los tracks con Miss BoliviaIllya Kuryaki and the Valderramas o la Mala Rodríguez. El más convencional a nuestros sonidos “occidentales”.

El segundo es el concierto Africa express presents: The Orchestra of Syrian Musicians & Guests, editado por Transgresive Records. La Orquesta de Músicos Sirios es más que una embajada, es un barco en el que muchos refugiados de distintos países (Siria, Argelia, Líbano, Mali, Mauritania, Senegal, Turquía, Túnez  y la Unión Americana) confluyen a través de la música en las calles de Inglaterra y en el estudio con personajes como Damon Albarn, Julia Holter o Paul Weller. El disco fusiona sonidos de Medio Oriente con los occidentales (la orquestación sinfónica y la música pop, por poner dos ejemplos). Una delicia para quien quiera abrir los oídos al mundo.

El tercero es el Lamomali de Matthieu Chedid. Uno de los genios de la música francesa, del que ya hablamos, en el que se conjugan los sonidos de uno de los países más sonoros y con mayor proyección musical de África: Mali. Con la participación de toda una legión de músicos del territorio que otrora conformó el imperio Mandinga, cuya capital fue Timbuctú.

El pilón es también de unos músicos de Mali, cercanos a las guitarras mágicas del rock (Hendrix, Plant, Knopfler,…): Songhoy Blues. Desde el Reino Unido, Songhoy Blues editó el disco Resistance con una visión de la migración, la persecución política y la fusión musical, con la venia y la colaboración de Iggy Pop. Salidos de esa legión musical conocida como afroblues, comandados por bandas de la tribu nómada touareg, las guitarras suman un sonido hipnótico que podría simbolizarnos los viajes en el desierto del Sahara con el rock eléctrico sin incidencias contundentes de las percusiones.

Cuatro discos para hacer una reunión de miradas que se disparan y confluyen en la diversidad.

También los invito a mi blog