Hablemos de ti

Humo de mis plegarias WordPress cabezal Por Óscar Vargas Duarte

Hablemos, hablemos de ti, de tu manera de aproximar el rostro al monitor del computador y leer con un pequeño temblor entre los labios, de doblar la espalda y extender las manos, de la forma en que elevas los párpados cuando el celular abre la pantalla y su luz pone en un mensaje en tus ojos, de ese mirar hacia el oeste y pasar luego a repetir la búsqueda en el extremo opuesto.

Hablemos del instante en que pusiste orden a los trazos y diste forma lineal a tu cabello, del último sorbo a la bebida antes de salir de casa y las primeras palabras que pronunciaste a alguien en la calle, de esa canción con la cual reparas tu memoria y la usas como inyección para observar recuerdos placenteros.

Hablemos del color para la ropa, del aroma en la piel y la respiración continua mientras los pulmones se abren y se cierran, de tus pies moviéndose como un tic nervioso debajo de la mesa, y de la repetición del temblor en los labios como leyendo en voz baja lo que el monitor expone en palabras.

Hablemos de ese relámpago sin trueno que llega repentinamente a tu memoria y trae la forma de un cuerpo y un espacio, un lugar y un tiempo, de las nubes a las que temes cuando estás a punto de salir hacia la calle, de los muchos días que no has mirado desde la ventana hacia el firmamento, de esa última vez en que fue para ti la última porción de la galleta, de estar pendiente de una respuesta y olvidarlo porque llegará a destiempo

Hablemos de los objetos en tu bolso y la diferencia en tiempo entre llegadas, de los que hace tiempo están sin darle paso a otros, del intento de sonrisa al pensar en los objetos sin enumeración alguna y que suman más que los dedos en las manos, del espejo que te mira y se aprende exacto tu rostro, pero que tú sabes solo es capaz de repetirlo en tu presencia.

Hablemos de las pastillas y las veces que las evitas para no inundar tu cuerpo con medicinas, del dolor de cabeza que esperas desaparezca con un poco de agua en el vaso, de otros dolores que no comentas en conversaciones públicas y que llevas hasta la cama cuando quieres volver al útero y sentir el líquido amniótico limpiándolo todo.

Hablemos de esa mañana en que enojada bajo la ducha querías romperle el ego a alguien y luego confundías un poco de agua con tus lágrimas, de la distancia en días sin mensajes o llamadas, en correos o encuentros con amigas y amigos que no has visto hace tiempo.

Hablemos del lugar en donde pusiste una caricia y luego la olvidaste porque había fruta y verduras, y te gustan más que los besos. De la noche en que mirabas hacia la calle con todas las luces encendidas y ellas se perdieron mientras a ti te llegó la madrugada.

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