Desde la ventana del cuarto de los libros veo a una mujer caminando en pijama dando vueltas al edificio de enfrente. He supuesto que está buscando a su perro, no alcanzo a escuchar su voz con la cual cada cinco pasos grita diciendo el nombre. Al perro no lo he visto, quizá salió antes de que yo pudiera verlo. Hay un gato en el edifico, está sobre la zona de la recepción, camina sin temor alguno sobre la línea de ladrillos. No me mira, yo sí, incluso le he hecho una fotografía. A la mujer que me atrae le gustan los gatos. El cerebro lo conecta todo, ahora recuerdo los de la casa de mis padres, hay dos, tienen nombre de constelaciones, «Casiopea» y «Perseo». Desde la infancia aprendí a no amarlos, mientras todos en casa los consienten yo los ignoro, solo les ofrezco mi indiferencia. Hubo uno a quien le cedí toda mi atención, una noche desapareció, realmente lo creo, siempre desaparecen, una noche dejan de volver a casa.
La mujer del pijama ha dado una vuelta más, esta vez la veo dentro del parqueadero, lleva un perro sostenido en su mano por un lazo apropiado para sostener a los canes. Han dado fruto sus gritos. En el parque al lado hay niños jugando con perros, hoy es feriado y han salido más tarde los perros y sus compañeros humanos, o viceversa, los humanos y sus compañeros. En los días laborales salen mucho más temprano, y no lo hacen los niños, lo hacen los adultos, se ve una hilera de hombres y mujeres llevando al perro con una mano mientras la otra la llevan en el bolsillo del saco, o enseñando en ella una bolsa con la cual recogerán las heces matutinas del animal.
He creído que los fumadores de cigarrillos son la logia más grande del mundo, ellos bajan a fumar y se hacen amigos de cualquier otro fumador, comparten la conversación, el encendedor, y hasta alguna porción del cigarrillo antes de tirarlo a la papelera. Los dueños de perros son una logia también, desde la ventana he podido ver a desconocidos juntarse para compartir un rato mientras sus perros corren de un lado a otro.
Mi papá dice que los gatos son seres espaciales, están de paso, vienen a una misión secreta e inalcanzable para los humanos, yo he visto a muchos gatos ir y venir a este mundo a misiones, luego como si en el sombrero de un mago se escondieran, desaparecen. No estoy seguro si mi padre dice eso aún, para el gato perdido en mi infancia fue la explicación. En una misión, vienen desde el espacio, por eso se les debe dar nombre de constelaciones, planetas o estrellas. Su lugar no es este mundo, apenas estarán un tiempo mientras resuelven aquello para lo cual se han comprometido.
El nombre del gato de una amiga es «Piscis». Este pequeño felino se sube a la parte alta del sofá, se me acerca y me mira como si dentro de sus ojos yo pudiera ver el universo. Yo me niego, me parece una repetición de la idea de Borges acerca de ver todo el universo por medio de un orificio en una pared. «Piscis» mantiene su mirada en mis ojos, maúlla, bueno, no siempre alcanza a maullido, un ronquido perceptible solo a la distancia a la que me encuentro de él. Mi amiga dice de su gato algunas tonterías, aun así, no me atrevo a contrariarla en sus ideas. «Este gato presiente cuando vas a venir, atraviesa nervioso la sala yendo del vidrio en la ventana a la lámina de metal en la puerta. Solo contigo se queda viéndote y dando giros a tu alrededor. En las noches cuando hablo contigo por teléfono y digo tu nombre, él inmediatamente se aproxima y se queda atento a esperar esa repetición en mi voz.»
En el local de los tatuajes cerca de mi casa no hacen imágenes de gatos, el tatuador responde amablemente cuando se niega, expone su inexperiencia en hacerlos, sin embargo, lo he visto hacer imágenes de muchísima complejidad a la que podría tener la imagen de una de estas mascotas. No, no tengo tatuaje alguno en el cuerpo, voy allí porque jugamos ajedrez, después de la oficina paso a saludarlo, cuando está libre, abandona las agujas y se acomoda a pensar en peones, reyes, torres, reinas y alfiles. Él cree que somos unos presos enviados desde otro planeta, hemos sido castigados, y los gatos son seres contratados por nuestra familia espacial para saber de nosotros, para venir a cuidarnos.