Escribe: Edmundo Cancino
La autoridad electoral (llámese INE o IEEM) sencillamente ha sido incapaz de asumir su papel de concientizar a los ciudadanos de la importancia de las elecciones. Es una autoridad encargada de pelearse entre sí y de discutir con los partidos. Pero de ninguna manera su interés se encuentra enfocado en los ciudadanos.
Cuando a finales del milenio 2000 se discutió la necesidad de ciudadanizar los organismos electorales se tenían dos metas: por un lado quitar la influencia del gobierno y los partidos sobre la autoridad electoral y; por el otro, acercar a los ciudadanos a los procesos electorales. La ciudadanización no consistía nada más en poner ciudadanos al frente de los organismos electorales, sino vincular a dichos organismos con los ciudadanos. Ciudadanización significaba que en democracia en primer lugar importan los ciudadanos.
Entramos en la recta final del mes de enero del 2021 y la autoridad electoral sigue inmersa en una actitud indiferente ante los ciudadanos. Su única ocupación es discutir «profesionalmente» con los partidos; ser réferi de los pleitos entre políticos y tratar de salvar la cara de democrático ante cada dudosa decisión.
No se ve en la autoridad un interés por concientizar a los ciudadanos de la relación entre proceso electoral y realidad social. Tampoco se ve en la autoridad un interés por combatir el abstencionismo. Menos se observa una discusión sobre la tecnología electoral a usar en medio de una pandemia.
Hasta el día de hoy, y ya iniciado el proceso electoral, a los ciudadanos del Estado de México el tema de las elecciones 2021 no parece interesar en lo más mínimo. Existe sí, dentro de los partidos y sus integrantes, una ferviente actividad por definir sus alianzas y sus candidatos. Pero hasta el momento la autoridad electoral no ha logrado convencer a los ciudadanos de un hecho: la relación que existe entre la realidad social y las elecciones.
Todo esto conduce, más que a un esperado resultado democrático, a un triunfo del abstencionismo. En efecto, desde ahora se percibe la presencia de un gran abstencionismo para las próximas elecciones. Dicho abstencionismo vendrá acompañado de la vieja, gastada y mediocre disculpa de la autoridad electoral: en la fiesta de la democracia venció el abstencionismo.
La mediocridad de la autoridad electoral no es por generación espontánea. Dos factores han incidido: 1.- La incapacidad propia de las autoridades quienes confunden profesionalismo con democracia. Es una autoridad electoral profesional si, pero en no defender a los ciudadanos. 2.- El interés de los partidos por mantener una autoridad mediocre y una legislación a la misma altura.
La ciudadanización terminó en profesionalización. Y la profesionalización ya no es un tema de ciudadanos, sino un tema de asalariados. La autoridad electoral no es ciudadana, es asalariada. Esa fue la causa por la cual la autoridad protestó cuando les bajaron el salario. Ya no son ciudadanos son asalariados viviendo de la democracia.
La autoridad electoral federal y estatal, junto con sus leyes, está para el cesto de basura.
Sirva esta columna para nuestra reincorporación a los temas electorales.