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Juan Zepeda ha tenido una carrera llena de grandes aciertos y acompañada de enormes errores. Contó con la sabiduría para colocarse como un político con alta proyección, pero al mismo tiempo, ha mostrado poca capacidad para administrar el éxito.
Eso lo vuelve un personaje bastante interesante para la próxima elección de gobernador en el Estado de México. Sobre de él vale la pena colocar desde ahora los reflectores y ver si ya adquirió la experiencia no para subir al pent-house, sino para quedarse a vivir ahí.
Juan Zepeda fue el candidato que en las pasadas elecciones de gobernador sorprendió al llevar al PRD de un raquítico 2 por ciento de proyección electoral a un 20 por ciento. Viniendo de la nada en el escenario público, supo realizar una campaña interna en el PRD que logró posicionarlo como candidato de su partido. Por aquellos años, dentro del PRD nadie tenía ganas de ser candidato salvo los que deseaban una posición futura aprovechando la campaña electoral que, quiérase o no, da reflectores. Juan midió los riesgos y se lanzó al precipicio con pocos recursos, pero con un enorme carisma que supo explotar durante el proceso.
Ya en campaña Juan no pocas veces estuvo a punto de bajarse del caballo. Es más, los grupos políticos nacionales del PRD tenían ganas de bajarlo del caballo. A contrapelo de Juan, el grupo Atlacomulco en un momento dado, trató de impulsar la candidatura de quien en esos momentos era el rector de la Universidad Autónoma del Estado de México, Jorge Olvera. Para los priistas era importante tener un candidato que le quitara votos a los morenistas y a los panistas. No veían en Juan a esa figura y se inclinaban por darle la candidatura a Olvera. Incluso se realizó un acto mediático en las instalaciones del IEEM a donde acudió Olvera y la dirigencia nacional del PRD.
Y es que varios perredistas cedieron al ofrecimiento del candidato externo y le dieron la espalda a Juan Zepeda. Sin embargo, el político de Nezayork se mantuvo firme, no renunció y en lugar de amilanarse sacó la casta junto con toda una estrategia electoral.
Independiente de su capacidad personal, varios hechos obraron en su favor. El más importante fue el bajísimo perfil de los candidatos del PRI, del PAN y de Morena. En efecto al momento de hacer un contraste entre la historia de vida de Juan Zepeda y la de los otros candidatos y candidatas la distancia era enorme. Todo ello terminó por cobrar cuerpo en el debate de televisa, durante el cual se mostró lo que hasta ahora a sido Alfredo del Mazo: un personaje gris como gobernante, pero dispuesto con su grupo a cometer todo tipo de tropelías electorales. Y en contraste un Juan Zepeda fresco y echado para adelante.
La campaña de Zepeda fue exitosa y logró hacer crecer al PRD. Pero su crecimiento preocupó al Grupo Atlacomulco, a los perredistas nacionales y al propio Andrés Manuel López Obrador. Y todos ellos se encargaron de arrojarlo desde la azotea del edificio más alto. Embriagado por su éxito mediático, Juan no logró comprender qué hacer con su prestigio personal. Tampoco supo cómo enfrentar a enemigos tan poderosos que había creado durante su campaña y lo veían con gran preocupación para las próximas elecciones. «Tenemos que bajar a Juan de la nube» se dijo en una reunión en la Secretaría de Gobierno, centro estratégico tradicional del grupo Atlacomulco. Juan no escuchó las voces de sus amigos cercanos y prefirió quedarse con el encanto tramposo de los atlacomulcas. Ni modo, le dieron palo.
Pero el hombre tiene sus virtudes. Peleado con su grupo político, en controversia con la dirigencia nacional de su partido y acorralado por el Grupo Atlacomulco Juan hizo amistad con un personaje que siempre está a la caza de talentos electorales: el senador Dante Delgado. Dante es como los buenos entrenadores: no juega bien en la cancha, pero es bueno para detectar y convencer a talentos electorales perseguidos. Dante ha sido artífice de los triunfos de Movimiento Ciudadano en Jalisco y en Nuevo León. También, en un momento dado, fue una persona cercanísima a López Obrador, sobre todo cuando éste se encontraba en sus peores momentos. Dante siempre lo alentó y lo apoyó. Veía en él, AMLO, al personaje que podía ser presidente de la República. Cuando AMLO creció en poder se dio un choque de personalidades y Dante decidió abandonar el equipo cercano del ahora dueño de las mañaneras en su carácter de Ejecutivo Federal. No fue un error, sencillamente son cosas de la política y suceden.
Pero bueno, en acuerdo con Dante, Juan Zepeda regresó a la política electoral ahora por el Partido Movimiento Ciudadano en el Estado de México. Durante una reunión se acordó lanzar nuevamente a Juan Zepeda como candidato a gobernador mexiquense. Se diseñó una estrategia: primero la alcaldía de Neza y ganar un amplio equipo de diputadas y diputados y, desde ahí, crear una base de poder para construir una candidatura sólida a la gubernatura.
Juan Zepeda fue candidato por MC para Neza. El resultado no le favoreció. En su contra operaron los antiguos enemigos que desde ya lo quieren parar. Los resultados para ganar diputaciones tampoco fueron favorables para Zepeda. MC tiene solo 2 diputaciones, una ocupada por el hermano de Juan Zepeda y otra por un integrante de alta confianza de su equipo: Juana Bonilla, que es uno de los mejores cuadros políticos que existen en el Estado de México.
La derrota para la estrategia Zepeda-Dante fue obvia. No supieron hacer campaña y los enemigos nunca los minimizaron. Pero, y esto es lo interesante, la suerte parece acompañar a Zepeda en sus momentos difíciles. Los resultados electorales totales se le acomodaron como anillo al dedo en el momento de pedir matrimonio.
En efecto, en este congreso mexiquense ningún partido tiene mayoría. Para ser mayoría se requieren 38 votos. Ni la alianza alrededor del PRI, ni mucho menos la alianza alrededor de MORENA tiene los diputados suficientes para ser mayoría simple en la LXI Legislatura del Estado de México. Los dos votos legislativos que hacen la diferencia para aprobar leyes los trae Movimiento Ciudadano. Y ahora todos deben buscar a Juan Zepeda para obtener esos dos votos o no hay mayoría para nadie. Zepeda vive.
En este contexto, el dueto Zepeda-Dante rediseñó la estrategia. A falta de Neza, ahora le dieron a Juan la dirigencia del Partido MC en el Estado de México. Zepeda tiene pocas, pero valiosas canicas para jugar el tradicional juego del ahogado legislativo. Por su experiencia como diputado y senador sabe moverse dentro del Congreso Mexiquense. Veremos qué sucede. Algunos pensarán que Juan ya aprendió. Otros recordarán el dicho: el hombre es el único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra. El tema sigue abierto. En este espacio seguiremos de cerca a todos los partidos en el proceso de elección del Poder Ejecutivo del Estado de México. Escribe: Edmundo Cancino. Columna: Cuentos y Cuentas.
